El territorio ha cambiado profundamente en los últimos años. La realidad refleja que el cese de la actividad rural ha traído como consecuencia el abandono en sentido amplio de la supervivencia de las personas, de los medios de vida, del territorio y, en suma, de un sistema social y ambiental que definitivamente ha cambiado y no tiene vuelta atrás. En Omnivoraz recogemos, en sendos reportajes, la voz de Xosé Constenla y Edelmiro López Iglesias, dos especialistas en la materia que nos hablan del territorio, de sus experiencias y de posibles alternativas.
El territorio ha cambiado profundamente en los últimos años. La realidad refleja que el cese de la actividad rural ha traído como consecuencia el abandono en sentido amplio de la supervivencia de las personas, de los medios de vida, del territorio y, en suma, de un sistema social y ambiental que definitivamente ha cambiado y no tiene vuelta atrás. En Omnivoraz recogemos, en sendos reportajes, la voz de Xosé Constenla y Edelmiro López Iglesias, dos especialistas en la materia que nos hablan del territorio, de sus experiencias y de posibles alternativas.
En 2002, cuatro ganaderos del occidente asturiano se unieron para constituir la sociedad cooperativa Chaca Otur —Otur, Valdés, Asturias—. El proyecto nacía de la necesidad de dar continuidad a su profesión y, sobre todo, de ejercerla con un nivel digno de calidad de vida. Desde entonces, aunque uno de ellos optó por tomar su propio camino, han sabido gestionar sus recursos —llegando a duplicar el número de vacas—, y han alcanzado sus objetivos iniciales, lo que les ha convertido en un referente de la producción láctea en Asturias. Una posición que no afecta a la humildad con la que Carlos García —socio fundador— nos recibe en su granja, pero permite comprender la claridad meridiana con la que expone su opinión sobre los retos a los que se enfrenta el sector.
Sin duda, para nosotros Oliver Laxe —París, 1982— es el cineasta gallego del momento —y posiblemente del futuro—. El pasado mes de mayo ocupó las páginas de los medios de todo el país con su tercer largometraje, O que arde (Lo que arde), al ser doblemente galardonado en el 72.º Festival Internacional de Cine de Cannes con el Premio del Jurado y el Premio a la Mejor Creación Sonora de la sección Un Certain Regard —Una Cierta Mirada—, siendo además el primero en lengua gallega proyectado en el festival francés.
Es frecuente que algunas explotaciones busquen complementar los ingresos que perciben por la venta de la leche con otras actividades económicas. Un ejemplo es la venta de los animales machos que nacen en las granjas, aunque en ese caso es más la necesidad de deshacerse de ellos que la búsqueda de beneficio económico. Otra opción es el cebado de cerdos, ovejas o terneros de razas cárnicas, para su venta a vecinos de la zona o a carnicerías. También es habitual que algún miembro de la familia compagine su trabajo en la granja con un puesto en otra empresa o como trabajador autónomo esporádico. Se puede vender parte de la cosecha cuando tenemos excedentes —algo poco habitual— o arrendar parcelas que no utilizamos. La venta directa de leche cruda es una opción que se ha recuperado, tras haber pasado décadas desaparecida. Incluso las huertas que tenemos al lado de casas y establos pueden ser una fuente de ingresos, aunque a pequeña escala y de forma eventual.
Una vez presentadas las claves para poner en marcha un proyecto de aprovechamiento turístico de las explotaciones ganaderas, conozcamos ahora dos ejemplos que ya están funcionando y con indudable éxito: Vida de Aldea, en Lugo, y Can Gel, en Barcelona. Son dos modelos muy diferentes entre sí por tamaño, volumen de negocio, tipo de actividades y servicios que ofrecen. El único punto en común es que ambos arrancaron como granjas familiares destinadas a la producción de leche en intensivo con vacas frisonas. Luego, como veremos, fueron evolucionando a fórmulas de vida y de negocio muy distintas. Podemos aprender de sus experiencias.
Dicen de los gallegos que uno no sabe si suben o bajan por la escalera en la que te los encuentras. Que te responden con otra pregunta y que, a pesar de su clima húmedo, son reacios a mojarse por algo, o al menos, por algo que merezca la pena.
Nos encontramos a las puertas de la primera generación que crecerá sin poseer ningún vínculo familiar con el rural, lugar de origen de nuestros alimentos. Creer que esto no tendrá mayor relevancia en el futuro desarrollo de la sociedad, claramente encaminado a girar en torno a las grandes ciudades, sería un despropósito considerable pero nada novedoso. El presente no es más que la cosecha de todo lo sembrado a lo largo de la historia y, si queremos entenderlo, debemos conocer el pasado para, a ser posible, evitar cometer los mismos errores. Apelamos pues a la curiosidad e interés del lector, y le invitamos a acompañarnos en un viaje por la historia. Un trayecto que, con suerte, nos llevará a reflexionar sobre cómo hemos llegado a esta situación de abandono y desvalorización de todo lo que concierne al ámbito rural.