La ventana
Artículos / 11.Jun.2020Una opinión de Madanela Eiras.
Son las nueve de la mañana de un día cualquiera de confinamiento. Sentada en el sofá mientras me tomo un segundo café, miro a la ventana y reflexiono sobre toda esta situación. La enredadera que tengo en la estantería cae desde su maceta hasta el borde del estor, recogido a media altura, doblando la punta del tallo en busca de la luz exterior: «Vaya, tú también quieres salir». Me doy cuenta de que estoy hablando con una planta, algo que mi madre me había recomendado repetidamente, pero que yo jamás había hecho hasta ahora. Quizás la cuarentena me está afectando más de lo que creía, o quizás, simplemente, estoy perfilando una perspectiva más amplia de la vida.