Desde que comenzó el confinamiento, es habitual ver en periódicos, televisiones y otros medios de comunicación reportajes bucólico-pastoriles que ensalzan el esfuerzo de agricultores y ganaderos por mantener su actividad, e incluso incrementarla, a pesar del coronavirus. La prensa se acerca al campo como quien visita al pariente pobre y resignado. Unas palmaditas en la espalda, un aplauso al esfuerzo y un mensaje de ánimo más falso que una moneda de tres euros. De analizar los riesgos sanitarios en las explotaciones o el impacto económico del estado de alarma en la actividad agraria, nada de nada: «Hala, héroes, vosotros a producir. Y no se os ocurra subir los precios, que ya os damos un minuto de gloria diario en la tele».
En estos tiempos de Corona y virus, y todos los males habidos y por haber, en los que todos —o al menos la mayoría con cerebro— vemos limitados nuestros contactos sociales, llegado ese momento en el que descubrimos que esto no es tan fácil como el primer día, intentemos poner el corazón cuando miramos a nuestro alrededor. Urge el uso de toda la empatía que seamos capaces de reunir en nuestro confinamiento.
Me despierto con la sensación de que una manada de caballos me ha pasado por encima. Al intentar abrir los ojos, noto cómo mis párpados pesan, como si llevasen siglos cerrados. Confundido y medio adormilado, veo a mi alrededor un montón de gente en camillas.
Un país parado por algo tan pequeño que no se puede ver con un simple microscopio. Dos enemigos invisibles, el virus y el miedo, se retroalimentan. Mientras, los humanos pagamos las consecuencias de ambos. Así veo la situación actual desde mi aldea. Pero, como siempre, las imágenes que se ven en televisión o en las redes son las de las ciudades. Nadie se acuerda de lo que pasa en el campo —bueno, algunos sí, para huir a él por temor al contagio—. Yo os voy a contar lo que ocurre aquí, aunque lo cierto es que, más allá del estado de alerta, hay poco que contar. La ausencia de novedades en el rural no es una novedad.
A las puertas del equinoccio de primavera, os contamos por qué desde la antigüedad este momento del año ha sido, y aún es a día de hoy, de gran importancia para la agricultura, la ganadería y, por extensión, para la historia de la humanidad.
Pandemia no es sinónimo de gravedad. Según la OMS —Organización Mundial de la Salud—, pandemia se refiere a la propagación mundial de una nueva enfermedad. Se produce una pandemia de gripe cuando surge un nuevo virus gripal que se propaga por el mundo y la mayoría de las personas no tienen inmunidad contra él. Tal es el caso del nuevo SARS-CoV-2 aparecido en China y responsable de la actual pandemia de COVID-19.
Josefina cerró el portillo de madera con una cuerda de esparto amarrada a la última estaca de la valla y emprendió el camino de vuelta para encontrarse con su madre, que la esperaba con un almuerzo a base de torreznos, queso, algo de chorizo y café con galletas.
En algún lugar de la Ruta de la Seda, unos mercaderes interrumpieron su viaje para hacer noche en una posada. Cuando se disponían a amarrar a sus camellos, se percataron de que no había palo al que poder atar a uno de ellos.
Tiempo de preparación: 1 hora
Tiempo de reposo del amoado: 1 hora
Dificultad: media