Loa al Entroido —visto con ojos de niño—
Artículos / 26.Feb.2020Una vivencia de Alarico de Roque, ganadero.
Si cierro los ojos, todavía percibo aquel olor a tocino derretido en la piedra caliente en la que mi abuelo, experto cantero, hacía filloas de unos sesenta centímetros de diámetro. Picado por el cuero con un tenedor y bañado en el aceite de la taza en la que reposaba, aquel trozo de cerdo preparaba la piedra para recibir el amoado, que yo escuchaba estallar en ella por el calor hecho a base de troncos de abedul y leña de roble.