Una opinión de Alarico de Roque, ganadero.
Cada día que pasa vemos nuevas medidas anti-COVID-19, unas acertadas y otras que sufrimos en silencio. Ante esta segunda ola —para otros la tercera y para algunos incluso la cuarta—, derivada de aquel grito populista de «salvemos la Navidad», volvemos a sentir que muchas de ellas son puro maquillaje para una situación descontrolada aplicado por los mismos que ahora —tarde, mal y a rastras— intentan controlarla. Según «el libro del gobernante», en todo paquete de medidas es imprescindible la búsqueda del chivo expiatorio —si es uno, bien, pero si son más, mucho mejor—. Este personaje es la víctima perfecta, si la población se lo cree. Casi un año después del comienzo de esta pandemia en España, los favoritos de nuestros múltiples garantes de la legislación siguen siendo la hostelería y los mercados alimentarios al aire libre. Hagamos un esfuerzo y desmontemos esta caza de brujas del siglo xxi.