Dieta de proximidad para defenderse de los virus desde dentro — Omnivoraz

Dieta de proximidad para defenderse de los virus desde dentro

Una opinión de Sabela Zendalla.

En un momento en el que el mundo parece haber enloquecido con mil y una medidas de actuación —reales y fakes— frente al ya «personaje del año», el coronavirus SARS-CoV-2, y en el que, mientras unos se pasan de frenada en precaución, otros se lo toman a la ligera y le restan demasiada importancia, me gustaría realizar una particular aportación en este tema.

No seré yo quien tache de demenciales las medidas de prevención y contención adoptadas por las Administraciones públicas, pero lo que tengo muy claro es que una pequeña parte de aquellas no son más que un «para que luego no nos digan que no hicimos nada». A mayores, se nota la carrera por ver cuál de ellas —divididas por formaciones políticas— es la que llega más lejos enfrentándose al grave problema que nos afecta. Para mí que ya están pensando en el día después, en el que podrán tirarse los trastos por quién hizo más y mejor. Lo que no quieren ver estos políticos —y sus medios de comunicación más allegados— es que están generando la peor de las epidemias: el miedo, del que ya han sido fruto reacciones tan irracionales como el desabastecimiento de supermercados o los abucheos desde los balcones a niños autistas durante sus muy necesarios paseos. Cuando deberíamos estar remando todos a una, nuestros dirigentes encabezan el más irreversible distanciamiento social: la división del pueblo. No procede, no ahora. Es tiempo de hacer política, no campaña electoral, y que sus acciones —soluciones, no palabrería— sean su mejor propaganda. Desde mi punto de vista, existen muchas formas de luchar contra esta enfermedad y, sobre todo, mejores maneras de comunicar.

Dieta de proximidad para defenderse de los virus desde dentro — Omnivoraz

El grupo de mayor riesgo es la parte de la población que estaba —antes de esta pandemia— y está mal alimentada, bien por falta de recursos o bien por no alimentarse adecuadamente.

Ante esa estrechez de miras, es donde se acentúa mi necesidad de aportar un dato que considero de vital importancia para nuestra salud —la individual y, por extensión, la del conjunto de la sociedad—, y que todos estos ministros, presidentes y demás representantes gubernamentales parecen pasar por alto. Durante las últimas semanas hemos escuchado hablar, hasta la saciedad, de la «población de riesgo», en concreto de quién la compone y por qué: ancianos, enfermos de distinta índole y, en particular, personas con afecciones respiratorias. Esto es, básicamente, casi toda la población, al menos dicho así. Obviamente, los ancianos y las personas con enfermedades pulmonares son más vulnerables, pero, a mi modo de ver, el grupo de mayor riesgo es la parte de la población que estaba —antes de esta pandemia— y está mal alimentada, bien por falta de recursos o bien por no alimentarse adecuadamente.

Supongo que no os descubro nada nuevo, pero quizás venga a recordaros una medida de prevención que también a vosotros se os había pasado por alto. La importancia de una dieta variada y equilibrada, con alimentos frescos y, por descontado, de proximidad, es lo que convierte un cuerpo en una fortaleza. Los nutrientes que nos aporta esa ingesta de verduras, frutas, cereales y proteínas de origen animal y vegetal nos proporcionan unas defensas fuertes y en alerta que, además de prevenir infecciones —como la COVID-19—, actuarán con rapidez y eficacia en caso de contagio.

Me resulta inconcebible que, en sus múltiples apariciones públicas, ni uno de la larga lista de políticos que tiene asalariados la población de este país —como ninguno de los grandes expertos adheridos al Gobierno central o a los autonómicos— haya salido a la palestra para insistir en la importancia que tiene una buena alimentación en la mejora del funcionamiento de nuestro sistema inmune. Un «cuídense» además de un «protéjanse». Pero, claro, si mientras unos nos hablan con un rostro tan serio como si bordeásemos la extinción —y nada pudiera haberse hecho para evitarlo—, otros quieren finalizar el estado de alarma a toda costa y acelerar la desescalada —presionados por las grandes corporaciones y su falta de dividendos—, ninguno de ellos atiende a la precaria situación de nuestro sector primario ni a la subida de precios de venta a los consumidores de los productos frescos y de primera necesidad. E incluso hay quien decide suplantar con comida rápida el menú escolar de los niños de familias vulnerables, justo la antítesis de lo que aquí expongo. ¿Vamos a esperar a que nos hagan cualquier recomendación que no atienda a sus propios intereses? Al fin y al cabo, la política baila al son de las monedas.

Dieta de proximidad para defenderse de los virus desde dentro — Omnivoraz

La importancia de una dieta variada y equilibrada, con alimentos frescos y, por descontado, de proximidad, es lo que convierte un cuerpo en una fortaleza.

Dieta de proximidad para defenderse de los virus desde dentro — Omnivoraz

Por otro lado, usemos el sentido común por un instante. Las carnes, los pescados y muchos vegetales que llegan aquí procedentes de zonas lejanas, aparte de generar un serio problema de contaminación, también son un transporte ideal para la globalización de virus y bacterias. Lejos de pretender provocar más alarmismo, lo que intento explicar es que, al consumir alimentos criados, cultivados y comercializados en nuestro país, lo único que nos pueden traer sus envases o sus transportes son patógenos ya conocidos en nuestro entorno, o lo que es lo mismo, muy detectables y tratables. Además, para la mayoría estaremos inmunizados, pues estamos en contacto con ellos a diario, al contrario de lo que sucede con los que nos llegan de otras latitudes.

Tampoco podemos olvidar que la alimentación con productos de proximidad no solo nos beneficia particularmente. El cambio climático está provocando que las «fronteras» entre climas se diluyan cada vez más y, sin ellas, las infecciones pueden expandirse con facilidad por toda la Tierra. Que en España comamos manzana de Chile o brotes de soja de China tiene muchas más implicaciones que las evidentes a simple vista. La contaminación que originan sus desplazamientos es una de las mayores causas del calentamiento global, y a más calor y más humedad… no es necesario ser Pasteur para darnos cuenta de sus consecuencias.

En resumen, creo que todos debemos poner de nuestra parte, ser responsables y, sobre todo, mantener la tranquilidad. Apliquemos el sentido común, respetemos al máximo las normas básicas higiénico-sanitarias —como en cualquier otro caso de infección rápida—, alimentémonos lo mejor y más equilibradamente posible, y recordemos esta situación cuando la hayamos superado para mejorar nuestra salud y la del planeta, pues solo eso evitará que estas pandemias se multipliquen en el futuro.