Curiosidades históricas: uvas contra los impuestos — Omnivoraz

Curiosidades históricas: uvas contra los impuestos

Un artículo sobre la tradición de tomar doce uvas en Nochevieja.

El día 31 de diciembre, a las doce en punto de la noche, comenzaremos una de las costumbres más arraigadas en nuestra sociedad: comer una uva por cada campanada de la última hora del año —o el primer minuto de uno nuevo—. En este artículo os contamos de dónde proviene esta tradición y cómo llegó a nosotros.

Durante la Navidad de 1882, el alcalde de Madrid, José Abascal y Carredano, emitió un bando municipal en el que imponía un impuesto de cinco pesetas a toda persona que saliese a la calle el día de la Cabalgata de los Reyes Magos. Según el regidor, esta medida se llevaba a cabo para evitar ruidos molestos y hábitos fiesteros de la gente que salía a recibir a Sus Majestades de Oriente.

Por aquel entonces, las clases altas madrileñas habían importado la costumbre francesa de despedir al año comiendo uvas y bebiendo champán, así que, a modo de protesta burlona por el nuevo tributo, un nutrido grupo de habitantes de Madrid —no precisamente de clase alta— se reunieron en Nochevieja en la Puerta del Sol y celebraron el cambio de año comiendo uvas. Este acto satírico se perpetuó y creció en afluencia, asentándose como tradición protestataria en esa ciudad.

La expansión de esta costumbre llegó en 1909, cuando la vendimia en Alicante fue tan abundante que los viticultores se vieron obligados a dejar parte de la producción en las vides.

La expansión de esta costumbre llegó en 1909, cuando la vendimia en Alicante fue tan abundante que los viticultores se vieron obligados a dejar parte de la producción en las vides. Un grupo de ellos, que habían oído hablar de la tradición madrileña, decidió rellenar pequeñas bolsas con doce uvas que debían ser tomadas con las con las doce campanadas de fin de año, y corrieron la voz de las bondades de realizar el proceso correctamente: una uva por cada campanada. Poco a poco, esta costumbre se fue extendiendo por todo el país e incluso fuera de España.

Una vez conocida esta historia, cuando escuchemos las campanadas de Nochevieja, y aunque comamos las uvas llamando a la buena suerte para el nuevo año, recordemos que en realidad estamos recreando una original y satírica manera de protestar contra unos impuestos injustos.


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