Curiosidades históricas: el cártel lácteo de Al Capone — Omnivoraz

Curiosidades históricas: el cártel lácteo de Al Capone

Un artículo sobre la mafia que velaba por la seguridad alimentaria.

Si existe un prototipo de hombre hecho a sí mismo sin ningún tipo de escrúpulos, fue Alphonse Gabriel Capone, más conocido como Al Capone. Con una infancia tan atribulada como la época y la ciudad en las que le tocó vivir, este hijo de napolitanos emigrados a Estados Unidos en 1893 dejó los estudios siendo un adolescente que buscaba su autosuficiencia para escapar de una miseria galopante —y también de algún que otro delito— en la Nueva York del incipiente siglo xx. De la mano del capo Johnny Torrio, Alphonse se trasladó a la que, literalmente, sería su ciudad durante mucho tiempo: Chicago.

En Chicago —estado de Illinois—, trabajó bajo un par de mandos hasta la retirada de Torrio, el gánster más inteligente de la historia. En ese momento, el agudo protegido de Johnny tomó el poder absoluto de la organización mafiosa que manejaba, desde los prostíbulos hasta el alcohol que corría bajo una ley seca que solo funcionaba fuera de los distintos círculos del crimen organizado. Paradójicamente, esta ley fue la que le dio el empujón definitivo al ingenioso Al Capone para hacerse de oro, mientras se erguía como el dueño absoluto de la ciudad.

Pero el también llamado Scarface fue más allá de sus delictivas y lucrativas actividades y, tras la depresión del 29, daba tres comidas diarias gratuitas a más de tres mil personas, además de cuidar de su gente —tanto racial como en lo que a negocios se refiere—, para que salieran adelante pasando las menores penurias posibles.

Llegados a este punto os preguntaréis cuál es el motivo de que Omnivoraz le dedique un artículo a este personaje. Seguid leyendo…

En aquellos tiempos la mayoría de los alimentos se vendían frescos y su rápido consumo no requería de la indicación de una fecha de caducidad. Pero ocurrió algo en la familia de Capone que originaría un cambio: la muerte de su sobrino por haber ingerido leche en mal estado llevó al capo a desarrollar todo un sistema por el cual la leche tendría fecha de caducidad y, a partir de ahí, el resto de alimentos.

Cierto es que este hombre entregado a su familia sufrió por ella, por toda ella, pero no es menos cierto que la leche era un alimento caro en el estado de Illinois. Así que, tan pronto como falleció su sobrino, Al Capone solicitó a las autoridades competentes la puesta en marcha de su sistema de marcación de caducidad y, por supuesto, se la concedieron. Curiosamente, el gánster tenía preparada toda la maquinaria necesaria para transportar, envasar y etiquetar la fecha de caducidad de su propia leche, lo que desbancó a sus competidores y lo aupó en el negocio lácteo.

La hipótesis aceptada

Al Capone entró en el negocio de los lácteos tras la derogación de la ley seca. Cuando el comercio ilegal de alcohol bajó su rendimiento y con los impuestos que había que pagar, el agudo capo se encontró con sus almacenes vacíos, sus botellas disponibles, su máquina de envasado parada… y lo vio claro: se dedicaría a la leche.

Tras estudiar el mercado lácteo del estado, llegó a la conclusión de que la leche en Illinois era demasiado cara, así que fue a buscar el blanco alimento al vecino estado de Wisconsin, donde su producción era más abundante y su precio menor. El paso definitivo para su dominio del mercado fue incluir la fecha de caducidad en los envases. De esta manera, su negocio volvía a ser muy rentable y él recuperaba su posición dominante; además, esta vez su actividad era totalmente legal. Sin embargo, Al Scarface Capone fue encarcelado tres meses más tarde por evasión de impuestos.

Aunque Capone desapareció del negocio, sus innovaciones llegaron para quedarse. La fecha de caducidad se extendió a los demás alimentos, y la manera de imponerse en el mercado, a modo de monopolio u oligopolio, parece haber sido heredada por las actuales industrias lácteas en España, que están siendo condenadas judicialmente por haber formado su propio «cártel de la leche». Quizás la sociedad ha avanzado, pero las formas de controlarla parecen seguir siendo las mismas, con distintas armas.

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