Paisajes deliciosos, deliciosos paisajes — Crónicas veterinarias — Omnivoraz

Paisajes deliciosos, deliciosos paisajes

Una crónica veterinaria de Eneko Jetxanoff.

Procedente de la costa, cargada de salitre y yodo, ascendía la brisa por el valle bañado por la primera luz del día. Los rayos de sol hacían que el rocío, adormecido aún en las hojas de los verdes prados, se evaporase y abrazase el viento costero, inundándolo todo de una sublime fragancia estival.

Entraba la tibia brisa por el ventanuco sin cristales, acariciando cada rincón de la fresca y oscura estancia. Con los ojos todavía cerrados, aunque despierto, pude sentir como ese aire calentito, impregnado de olores suaves, entraba por mi nariz para deleitar a todos mis sentidos. Y aunque estaba cómodo en mi cama mullidita, me entraron unas ganas terribles de salir y desayunar al aire libre.

Paisajes deliciosos, deliciosos paisajes — Crónicas veterinarias — Omnivoraz

«Aunque estaba cómodo en mi cama mullidita, me entraron unas ganas terribles de salir y desayunar al aire libre».

Los verdes pastos del occidente asturiano rebosaban variedades herbáceas que, a los ojos de un profano, eran simple y maravillosamente bonitos. Pero, dentro de ese bosque de hierbas, se escondía una verdadera farmacia que mi madre controlaba a la perfección. Numerosas gramíneas que, junto a la jugosa veza, aumentan la absorción de proteínas; trébol rojo rico en potasio, calcio, magnesio y fósforo, con propiedades cicatrizantes, diuréticas y de mejora circulatoria; cruzadilla, tan apropiada para la diarrea; berro de prado para neuralgias y cistitis; el frailecillo, antibiótico y antidiarreico; menta, antipirética; grandes y jugosos margaritones, buenos para el asma, la tos y los catarros. Todo fresco, del día.

Paisajes deliciosos, deliciosos paisajes — Crónicas veterinarias — Omnivoraz

Podría seguir y seguir, pero mientras lo cuento ya estoy salivando. Además, a mi madre ya la están soltando para llevarla conmigo a los Campos Altos —estos días estamos por aquí—. Allí ella, que como os decía se conoce al dedillo todas y cada una de las hierbas que crecen en este paraíso, va a llenar su enooorme panza con todo esto de lo que hemos estado hablando para, así, poder darme la mejor leche del mundo… ¿Qué? ¿Cómo? ¡Jajajajajajaja! ¡Sí, soy un xatín! Y además uno de esos afortunados, a los que sacan diariamente a degustar los mejores manjares del Cantábrico, frescos como una mañana de verano con sol y viento nordeste. Vamos, igualito igualito que hoy.