Claves para afrontar el coronavirus COVID-19: higiene, calma y responsabilidad individual por el bien común
Un artículo de María Val, DUE —Diplomada Universitaria en Enfermería—.
Pandemia no es sinónimo de gravedad. Según la OMS —Organización Mundial de la Salud—, pandemia se refiere a la propagación mundial de una nueva enfermedad. Se produce una pandemia de gripe cuando surge un nuevo virus gripal que se propaga por el mundo y la mayoría de las personas no tienen inmunidad contra él. Tal es el caso del nuevo SARS-CoV-2 aparecido en China y responsable de la actual pandemia de COVID-19.
Aunque las cifras y toda la información que recibimos estos días son de vértigo, y aunque ambos virus son biológicamente diferentes, quizás sea un buen momento para arrojar datos sobre cómo se comporta NUESTRA gripe estacional. Según el Sistema de Vigilancia de Gripe en España, su impacto en la campaña 2018-2019 ha dejado 490 000 casos leves atendidos en Atención Primaria, 35 300 hospitalizaciones con gripe confirmada, 2500 ingresos en UCI y 6300 defunciones.
Estos datos pretenden llevar a la calma si los comparamos con los obtenidos por el COVID-19 desde su aparición en España. Sin embargo, el SARS-CoV2 ha demostrado que puede transmitirse de una persona a otra con bastante facilidad, incluso antes de la aparición de síntomas, lo que dificulta considerablemente las medidas de contención de la epidemia.
De momento, la OMS estima que la tasa de contagio —R0— del COVID-19 es de 1,4 a 2,5, aunque otras estimaciones hablan de un rango entre 2 y 3. Esto quiere decir que cada persona infectada puede a su vez infectar a entre 2 y 3 personas; no obstante, se ha visto que puede haber «supercontagiadores», capaces de contagiar hasta a 16 personas. Para controlar una epidemia, la R0 necesita disminuir por debajo de 1. Precisamente por este motivo, se apela a la responsabilidad individual a la hora de seguir, de forma estricta, las medidas de prevención establecidas por las autoridades competentes y que ya todos conocemos.
De estas medidas, debemos poner en valor la más básica de todas: la higiene de manos. Las manos se comportan como un agente transmisor de primer orden. Con las manos lo tocamos todo. Al tocar, imprimimos en ellas una «huella microbiana» que trasladamos a la siguiente persona que tocamos, o a nosotros mismos cuando entran en contacto con nuestra mucosa, ya sea oral, nasal o conjuntival.
Lavarse las manos con agua y jabón es una medida de prevención esencial que sirve para cerrar la puerta a bacterias, virus y hongos. Sin embargo, para un correcto lavado de manos no basta con enjuagarse bajo el grifo. Este debe ser exhaustivo. Debemos prestar especial atención a los espacios interdigitales y a las uñas, siendo la duración aproximada del mismo entre 40 y 60 segundos. Con posterioridad, se podrá aplicar un gel antiséptico, de la misma manera metódica descrita y efectuando un secado al aire.
Otro aspecto importante es la higiene respiratoria. Aunque se desconoce la epidemiología exacta del COVID-19, parece que la transmisión es por contacto estrecho con las secreciones respiratorias que se generan con la tos o el estornudo de una persona enferma. Su contagiosidad depende de la cantidad del virus en las vías respiratorias. Estas secreciones infectarían a otra persona si entran en contacto con su nariz, sus ojos o su boca. Para evitarlo, se recomienda toser o estornudar cubriendo la boca y la nariz con la parte interior del codo o con un pañuelo de papel —que se debe tirar de inmediato a la basura—. Con los datos que se manejan en la actualidad, parece poco probable la transmisión por el aire a distancias mayores de uno o dos metros. Desde el Ministerio de Sanidad hacen hincapié en que la utilización de mascarillas de forma indiscriminada no está indicada.
Las mascarillas ayudan a prevenir la transmisión del virus si las llevan las personas que están enfermas, pero su uso inadecuado también se puede convertir en un foco de transmisión. Si las vas a utilizar, presta atención a las especificaciones técnicas de cada una de ellas, a la correcta colocación y al tiempo de uso. En términos generales, no se deben reutilizar, y se deben cambiar si están humedecidas, si sufren algún daño o alteración, o si la resistencia al aire es excesiva. Los pasos para la correcta colocación y retirada han de seguirse de forma estricta para no contaminar las manos o la cara durante su retirada y, de ser así, se procederá a su eliminación y al lavado con agua y jabón de la zona expuesta.
Por último, desde Omnivoraz queremos hacer un llamamiento a la calma, al uso responsable de los recursos, al seguimiento estricto de las normas establecidas por las autoridades competentes y a la responsabilidad, seriedad y disciplina individual. Se ha visto que la más sencilla y útil de las medidas preventivas es el lavado de manos, y que el uso inadecuado de dispositivos de protección puede convertirse en un arma de doble filo. El 80% de los afectados presentan sintomatología leve. Sigue las indicaciones de tu médico y no te automediques. Recuerda que el COVID-19 es una infección vírica y que el tratamiento antibiótico no está inicialmente indicado.
La ilustración que encabeza este artículo ha sido creada en los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades —Centers for Disease Control and Prevention, CDC—.